lunes, 14 de enero de 2019

¿Qué es un diácono permanente?


Son hombres casados y de probada vida cristiana “que desean consagrarse al servicio del pueblo de Dios en la Iglesia”



¿Qué es un diácono permanente?

“Los diáconos son Ministros Ordenados, y pertenecen a la jerarquía de la Iglesia, como tal son clérigos, en virtud del Sacramento del Orden recibido”, explica.

El Concilio Vaticano II, esa gran asamblea ecuménica de la Iglesia convocada por el Papa Juan XXIII, y que se realizó desde 1962 a 1965, restableció el Diaconado “como un grado propio y permanente en la jerarquía”, dijo citando la constitución dogmática Lumen Gentium. No obstante, “las funciones y atribuciones del ministerio diaconal son muy poco conocidas por nuestra iglesia”, acota.

Tareas del Diácono Permanente

En torno a las responsabilidades que cumplirán los diáconos permanentes indicó que la primera es ser servidores en la liturgia. “Los diáconos permanentes tienen una participación importante y propia en las celebraciones litúrgicas; pero en ausencia del presbítero están llamados a presidir la comunidad cristiana que se reúne a orar, a escuchar y meditar la Palabra del Señor, y a recibir la Santa Comunión”.

La segunda es como maestros en la fe. “Deben llevar adelante iniciativas catequéticas especialmente en la formación de adultos; realizar homilías en concordancia con el presbítero; y ser ante todo ser ministros de La Palabra”. Añadió que “la proclamación del Evangelio es propia de los diáconos, quien estaría incompleto sin esta actividad”.

La tercera es el servicio en la caridad. “Los diáconos deben dedicarse al servicio de los más pobres y necesitados del pueblo de Dios haciendo presente a Cristo Servidor en medio de ellos. Estas actividades de servicio comprenden la visita a los enfermos, el acompañamiento de los ancianos y la organización de la caridad”.

Misión del Diácono

Dentro de la estructura eclesial, los diáconos participan de una manera especial en la misión de Cristo. “Es tarea de los diáconos, asistir al obispo y a los presbíteros en la celebración de los divinos misterios sobre todo de la Eucaristía y en la distribución de la misma, asistir a la celebración del matrimonio y bendecirlo, proclamar el evangelio y predicar, presidir las exequias y entregarse al servicio de la caridad”.
El Concilio Vaticano II, la Iglesia ha restablecido el diaconado “como un grado particular dentro de la jerarquía, aunque no por ello se debe dejar de pedir para que haya más vocaciones sacerdotales, ya las funciones de un sacerdote son más amplias, por ejemplo, para conferir el sacramento de la Confesión”. El diaconado permanente, puede ser conferido a hombres casados, y constituye un enriquecimiento importante para la misión de la Iglesia.
En efecto, es apropiado y útil que hombres que realizan en la Iglesia un ministerio verdaderamente diaconal, ya en la vida litúrgica y pastoral, ya en las obras sociales y caritativas, "sean fortalezcan por la imposición de las manos transmitida ya desde los Apóstoles y se unan más estrechamente al servicio del altar, para que cumplan con mayor eficacia su ministerio por la gracia sacramental del diaconado"

El ministerio del diaconado
El diaconado es una vocación ministerial, deriva su nombre del término ‘diaconía’ que significa servicio. El diaconado tiene tres dimensiones: el servicio de la Palabra de Dios, el servicio de la caridad y el servicio de la liturgia. Los diáconos pueden ser transitorios o permanentes. El diaconado de transición es el primer grado del sacramento del Orden. Los diáconos transitorios permanecen por un período determinado para completar su formación y ser ordenados sacerdotes. El diácono permanente es la expresión del ministerio ordenado colocado lo más cerca posible a la realidad secular y de la acción de los laicos, de tal manera que es un ministerio de cercanía. El origen del diaconado se encuentra en el libro de los hechos de los apóstoles en el que se dan cuenta de la elección de siete diáconos sobre todo para el servicio en la comunidad de las viudas, los huérfanos o desamparados y los hermanos más necesitados.

¿Qué papel juegan las mujeres en todo esto?
La esposa debe, no sólo estar de acuerdo y dar el visto bueno, sino que incluso tiene que firmar que acepta la vocación de su esposo. Han de ser conscientes de que va a suponer un sacrificio. Sin embargo, el matrimonio y la familia sigue siendo la primera vocación del diácono casado y bajo ningún concepto debe verse mermada, disminuida, o dificultada por ser diácono, sino todo lo contrario: ser diácono implica una actitud de espíritu de servicio, donde primero tiene que ejercerlo es en la familia, con su esposa, sus hijos y sus familiares. Pero va a suponer que también los fines de semana, cuando tenga que ejercer algún servicio o ministerio, eso restará tiempo a la familia. Así que la esposa tiene que estar en disposición de aceptar eso y apoyarlo.
En su vida cotidiana, hay diáconos permanentes profesionales de la medicina, arquitectos, y hay también hombres sencillos, gente que trabaja en el campo, profesores universitarios… De lo más variado.

¿Por qué es una vocación tan poco conocida?
En realidad, el diaconado tuvo una gran difusión en la Iglesia antigua, sobre todo en el ejercicio del servicio a los más necesitados. Luego, sobre todo a partir del siglo VII y VIII, con el surgimiento de todas las instituciones de la Iglesia que se ocupaban de los pobres, dejaron de ser tan necesarios. Pasó a ser simplemente un grado para acceder al sacramento del sacerdocio. Pero en el Vaticano II se volvió a reflexionar sobre los orígenes de la Iglesia y sobre el diaconado, y se estableció, a partir del año 1964, que se instaurara de nuevo el diaconado como un estado permanente en la Iglesia, que podían recibir, incluso, hombres casados. En la Iglesia antigua los hombres casados también recibían el diaconado.

Fuente: Diacono Permanente /  O.Revette 14.01.2019

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