viernes, 25 de enero de 2019

Papa Francisco: "Diaconado permanente, iniciativa profética"

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En el telegrama, el Papa da “gloria a Dios por los frutos humanos y espirituales maduros que brotaron de la acción del Espíritu Santo a través de la institución del diaconado permanente, iniciativa providente que nació del corazón de los padres conciliares”.
Ciudad del Vaticano
El Francisco envió un telegrama al obispo de Vicenza, Italia, Monseñor Beniamino Pizziol, el 50 aniversario de la ordenación de los primeros siete diáconos permanentes de la Congregación de la Sociedad San Cayetano .
La ordenación ocurrió, el 22 de enero de 1969, en la catedral de Vicenza.
Domingo (20/01), se llevó a cabo la reunión “Diaconado producir frutos de una nueva Iglesia,” congregación religiosa misionera del Instituto de derecho pontificio, f undada por el Venerable Siervo de Dios P. Ottorino Zanon en 1941.
En el telegrama, firmado por el secretario de Estado, cardenal Pietro Parolin, el Papa da “gloria a Dios por los frutos humanos y espirituales madurados que brotaron de la acción del Espíritu Santo a través de la institución del diaconado permanente, iniciativa providente que nació del corazón de los padres conciliares “Y floreció en Vicenza por la” acción apostólica y espiritual profética “del P. Zanon.
Una ocasión de “promoción humana y espiritual“, así como “de evangelización de los huérfanos y adolescentes necesitados, para el desarrollo de personalidades maduras y dedicadas al servicio a Dios ya los hermanos“, concluye el Papa en el telegrama.

Profética acción apostólica
Expresando “verdadera satisfacción” por esta “feliz circunstancia con la cual se glorifica a Dios por los maduros frutos humanos y espirituales nacidos por la acción del Espíritu Santo mediante la institución del diaconato permanente, próvida iniciativa nacida del corazón de los padres conciliares”, el Santo Padre recuerda que la iniciativa “floreció en Vicenza por la profética acción apostólica y espiritual del venerable Don Ottorino Zanon, que supo aprovechar esta iniciativa como ocasión de promoción humana y espiritual y de evangelización de los huérfanos y de los jóvenes más necesitados, para el desarrollo de personalidades maduras y dedicadas al servicio de Dios y de los hermanos”.
Con la intercesión de la Virgen María del Monte Berico

Mientras invoca “continuos y abundantes dones celestes para un fecundo camino eclesial”, el Papa envía a mons. Pizziol y a la “congregación entera” su bendición apostólica, “extendiéndola a todos los presentes en la celebración eucarística”.
Fuente: Vatican News / O.Revette 25.01.2019

miércoles, 16 de enero de 2019

Cuando hay varios diáconos en la Misa: roles de cada uno: Con obispo deben estar al meno TRES diáconos


Las normas permiten la flexibilidad

Respuesta del legionario de Cristo, el padre Edward McNamara, profesor de liturgia y decano de teología en la universidad Regina Apostolorum.
 P: Cuando dos diáconos están en una misa, se entiende que un diácono debe ser el diácono de la Liturgia de la Palabra y el otro debe ser el diácono de la Liturgia de la Eucaristía. Sin embargo, existe un desacuerdo en cuanto a si las partes “que hablan” cambian o no con la liturgia. ¿Debería cada diácono tener las partes que hablan relacionadas con su liturgia asignada, o debería el diácono de la Palabra proclamar el signo de paz y el despido? 
R: De acuerdo con un  documento  de la conferencia de obispos de Estados Unidos, el diácono en la Misa tiene los siguientes roles principales:
 “Cuando hay un diácono presente en la celebración eucarística, debe ejercer su ministerio con vestimentas sagradas (n. 338). 
El diácono:
 “- asiste al sacerdote y va en procesión a su lado (a menos que lleve el Libro de los Evangelios, en cuyo caso, precede al sacerdote);
 “- Ministra el cáliz o el Misal Romano en el altar;
 “- proclama el Evangelio y, a petición del celebrante sacerdote, puede predicar la homilía (n. 55);
 “- da instrucciones oportunas a los fieles y anuncia las intenciones en la Oración Universal;
 “- ayuda al sacerdote celebrante a distribuir la Comunión, especialmente como ministro de la Preciosa Sangre, y limpia y arregla los vasos sagrados;
 “- según sea necesario, realiza las oficinas de otros ministros cuando ninguno de ellos está presente (n. 171)”.

Ni estas ni otras normas generales entran en detalles con respecto a la división de roles de dos diáconos, aunque esta posibilidad existe en el Ceremonial de los Obispos y es bastante común en ocasiones especiales o para Misas concelebradas.
 El Ceremonial de los Obispos, No. 122, en ocasión de la “Misa Estacional” del obispo diocesano da preferencia a al menos tres diáconos: “uno para proclamar la lectura del evangelio y ministrar en el altar, dos para asistir al obispo. Si hay más de tres diáconos presentes, deben dividir los ministerios de acuerdo con ello, y al menos uno de ellos debe encargarse de ayudar a la participación activa de los fieles “.
 Por este motivo, las normas en este punto no son absolutas y permiten cierto grado de flexibilidad para adaptarse a circunstancias especiales. Al mismo tiempo, hay algunos aspectos del decoro litúrgico que deben respetarse en la medida de lo posible.
 Todas las cosas son iguales, cuando hay dos diáconos, por lo general se dividen como el diácono de la Palabra y el diácono de la Eucaristía. Debe señalarse, sin embargo, que esta terminología, aunque común, no es oficial y generalmente está ausente en los libros litúrgicos.
 Además de proclamar el Evangelio y las intercesiones generales, el diácono de la Palabra hace la invitación al signo de la paz y otras intervenciones como “La misa ha terminado …”. El diácono de la palabra toma su lugar a la izquierda del celebrante durante el Liturgia de la eucaristía; alternativamente, puede incensar el Santísimo Sacramento durante la oración eucarística.
 El diácono de la Eucaristía atiende todo lo que tiene que ver con el altar y recita las oraciones privadas utilizadas para la preparación del cáliz. Se encuentra a la derecha del celebrante durante la oración eucarística. Puede colocar o quitar la palia del cáliz según sea necesario y sostiene el cáliz en alto durante la doxología final. Si es necesario, también puede ayudar en la fracción de rito. Si el diácono de la Palabra está incensando al Santísimo Sacramento, entonces él también puede ayudar con el misal.

Ambos diáconos están ligeramente detrás del sacerdote cuando él está en el altar. Los sacerdotes concelebrantes deben tener cuidado de no obstruir las acciones del diácono.
 Esta es la división habitual de roles en las liturgias papales y otras solemnes. Sin embargo, como se mencionó, estas costumbres no están fundidas en bronce y no responden a normas precisas. Creo que la división se ha dejado bastante abierta para poder adaptarse a las circunstancias cambiantes.
 Así, en ocasiones, puede tener lugar alguna mezcla; por ejemplo, si el diácono del Evangelio carece de talento musical, el otro diácono podría sustituirlo al cantar la invitación al signo de la paz o al despido. Del mismo modo, el diácono más cercano al micrófono en el altar podría proclamar la invitación al signo de la paz en lugar de realizar movimientos complicados.
 Un diácono que debe predicar generalmente debe asumir el papel de diácono de la Palabra para llevar a cabo ambas funciones con facilidad y sin interrupciones.
 Ocasionalmente puede haber buenas razones para un cambio de ministro. Por ejemplo, si se debe cantar el Evangelio, entonces el diácono mejor calificado para esta tarea puede proclamar el texto sagrado, aunque otro predique.

Fuente: Blog: Diacono, Diaconado, Diakonia /Publicado por: O.Revette 15-01-2018



martes, 15 de enero de 2019

Cardenal Jorge Urosa Ordenó 15 Diáconos Permanentes en Caracas Venezuela en el año 2013


Arquidiócesis de Caracas

Durante la ceremonia fue leído un decreto mediante el cual se crea canónicamente la Escuela de Diáconos Permanentes “San Esteban”, cuyo primer director es el Padre Carlos Márquez, con sede administrativa y pedagógica en la Iglesia “El Buen Pastor” de Bello Campo.

Cortesía fotos y nota: Ramón Antonio Pérez // @GuardianCatolic
Caracas, 18 Noviembre 2013

Caracas, 18 de noviembre de 2013.- El Cardenal Jorge Urosa Savino, ordenó a 15 diáconos permanentes durante una eucaristía que presidió el sábado 16 de noviembre, en la Iglesia “Nuestra Señora de Chiquinquirá”, en la urbanización ‘La Florida’ de esta ciudad, destacando la ocasión “para que todos renovemos, valoremos y vivamos cada vez más intensamente la alegría de creer en el Dios Padre de Nuestro Señor Jesucristo”.

El Arzobispo de Caracas estuvo acompañado entre otros sacerdotes, por Monseñor Fernando Castro Aguayo, obispo auxiliar de Caracas y Monseñor Adán Ramírez Ortíz, canciller de la curia. Además, estuvieron presentes Monseñor Nicolás Bermúdez y el Padre Carlos Márquez, quienes asumieron la responsabilidad de formar a los candidatos a diáconos; así también un grupo de seminaristas, familiares de los nuevos ministros y fieles en general.


El calor humano que se vivió en “La Chiquinquirá” fue muy especial. Los ahora nuevos ministros de la iglesia llegaron a primera hora con sus familiares luciendo las impecables indumentarias que lucirían durante la ordenación, ceremonia que se realizó en un lleno total.


“Como Cristo, no a ser servido sino a servir”

El Cardenal Urosa refirió que “tras varios años de esmerada preparación en nuestra Escuela de Diáconos Permanentes, bajo la dirección del querido Padre Carlos Márquez con su equipo, y la supervisión de Su Excelencia Monseñor Nicolás Bermúdez Obispo Auxiliar emérito de Caracas, ellos han solicitado la ordenación, e incorporarse al número de diáconos permanentes de nuestra Arquidiócesis, para imitar a Cristo, que no ha venido a ser servido sino a servir”.

Explicó que los nuevos diáconos respondieron al llamado que Dios les ha hecho a participar en el ministerio ordenado de la Iglesia. “Esto es motivo de gran alegría y de esperanza para nuestra querida Iglesia (…) que, en medio de las dificultades, gracias a la acción del Espíritu Santo, vive, se renueva y crece”, dijo.

El Cardenal Urosa recordó que en Caracas los primeros diáconos se ordenaron en diciembre de 1974. “¡Con qué entusiasmo se prepararon esos cinco diáconos permanentes caraqueños! ¡Con qué entusiasmo el Cardenal Quintero primero, y luego el Cardenal Lebrún, acogiendo e implementando el Concilio Vaticano II, impulsaron esta iniciativa conciliar”. Agregó que “luego de ese primer grupo de 1974 se han ido ordenando algunos en años anteriores, y recientemente, en el año 2008  tuve el gusto de ordenar 3 diáconos más”.

Santos, Unidos y Serviciales


Recomendó a los Diáconos Permanentes, al igual que a Obispos, Presbíteros y Pueblo de Dios en general, el cumplimento de tres tareas básicas: la santidad, la unidad dentro de la iglesia y el servicio a imitación de Jesucristo.

En primer lugar habló de “aspirar siempre a la santidad, en el ejercicio de su trabajo diaconal y en su vida familiar. La meta de cada cristiano y  por ello, más exigente, para cada obispo, sacerdote o diácono, es siempre la santidad”.

Luego explicó que los “ministros ordenados obispos presbíteros y diáconos, formamos un solo cuerpo, y todos debemos estar siempre en comunión afectiva y efectiva con el resto de los ministros ordenados”. Recordó la insistente plegaria de Cristo en la Última Cena: “que todos sean uno, oh Padre, como tú y yo somos uno. Que todos sean uno, para que el mundo crea que tú me has enviado”.

En tercer lugar, los exhortó “a vivir en espíritu de oración, para imitar siempre a Jesús servidor en algo muy importante: el servicio del amor, de la misericordia y de la bondad”. En ese sentido explicó la importancia de que “todos los ministros ordenados nos caractericemos por la bondad y misericordia del Señor para con los fieles, en toda nuestra acción pastoral, en el trato con la gente y en toda nuestra vida”.

Gratitud a las Esposas


Luego de la imposición de manos y de la eucaristía, las palabras de agradecimiento correspondieron al Diácono José Rafael Frías Acosta, teniendo gran significado el momento especial cuando se refirió al acompañamiento de las esposas de sus colegas.

“Damos gracias a nuestros familiares, a nuestras padres y a nuestras madres. A nuestras esposas, porque a diferencia de lo que se dice: ‘que detrás de cada hombre hay una mujer maravillosa’, entre nosotros los Diáconos no es así, la esposa no está a la espalda del Diácono sino a su lado. Y al lado de cada Diácono diligente, santo por demás, está una esposa amorosa, generosa y orante. Reciban amadas esposas la expresión más grande y sublime de la gratitud de sus esposos Diáconos, quienes me han insistido con vehemencia los ponga sobre nuestros relieves en estas palabras. Bien se yo que esta asamblea aceptará que hayan intentado pagar así esta deuda del corazón”.

Inmediatamente ahondó en la responsabilidad del servicio, y parafraseando a San Agustín de Hipona, finalizó sus palabras diciendo: “Para Ustedes soy Diácono, con Ustedes soy Cristiano. Lo primero puede significar un peligro, lo segundo la Salvación. Alabado sea Jesucristo”.


Finalmente, Monseñor Adán Ramírez dio lectura al decreto mediante el cual se crea canónicamente la Escuela de Diáconos Permanentes “San Esteban”, cuyo primer director es el Padre Carlos Márquez, con sede administrativa y pedagógica en la Iglesia “El Buen Pastor” de Bello Campo.













Oración del Diácono Permanente


Dios y Padre Nuestro,
Fortalece con la gracia del Espíritu Santo
A todos los Diáconos de tu Iglesia, 
para que desempeñen con alegría,
fidelidad y en espíritu de comunión eclesial
su ministerio pastoral,
siguiendo los pasos de tu Hijo Jesucristo,
"que no vino a ser servido, sino a servir y 
dar su vida en redención de la humanidad" (Mc. 10, 45).
Te pedimos por las familias de los diáconos casados,
para que sean auténticas "Iglesias domésticas",
según el ejemplo de la Sagrada Familia de Nazaret,
y de ella surjan vocaciones sacerdotales y religiosas.
¡Virgen María, Madre de la Iglesia
y Reina de los Apóstoles,
ruega por los ministros del Señor!
¡San Lorenzo, diácono y mártir,
ruega por los diáconos servidores del pueblo de Dios!
Amén.


El diaconado, un carisma propio se apoya en el trípode liturgia, palabra y caridad


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Constituyen un carisma en pleno resurgimiento dentro la Iglesia católica desde su restauración, hace medio siglo, por parte del Concilio Vaticano II. Pueden bautizar, casar, predicar y oficiar las exequias, pero también —y sobre todo— contribuir con toda la
obra evangelizadora, catequética y caritativa. Es una realidad eclesial con un carisma propio: un misterio de la Iglesia que se revela como escalón más bajo del orden al servicio del obispo y del presbiterio y se apoya en el trípode liturgia, palabra y caridad. Y hasta, llegado el caso, estar al frente de una parroquia si no hay un sacerdote. Son los diáconos permanentes. Siguiendo la legislación universal, la Conferencia Episcopal Española solicitó a la Santa Sede el 23 de abril de 1978 la restauración del diaconado permanente en las diócesis. Este año se cumple el 40 aniversario de aquella solicitud. Ya son 47 las diócesis que lo tienen instaurado, siendo Barcelona la que en 1979 ordenó los primeros diáconos en España. Según datos de 2017, hay 447 diáconos permanentes y el crecimiento de las cifras va en aumento.
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En el mundo suman cerca de 50.000, de lo que se desprende que uno de cada 10 clérigos católicos es diácono permanente. Hablamos con Juan Carlos Mateos González, director de la Comisión Episcopal del Clero, de la que depende el Comité Nacional para el Diaconado Permanente, que nos explica que la historia de los diáconos permanentes se remonta a los orígenes de la Iglesia. La existencia de los diáconos en la Iglesia ya está documentada en los tiempos apostólicos.


Una tradición ya consolidada ha visto el comienzo del diaconado en la institución de los «siete», tal y como nos la cuentan los Hechos de los Apóstoles (6, 1-6): «Por aquellos días, al multiplicarse los discípulos, hubo quejas de los helenistas contra los hebreos, porque sus viudas eran desatendidas en la asistencia cotidiana. Los Doce convocaron la asamblea de los discípulos y dijeron: “No parece bien que nosotros abandonemos la Palabra de Dios por servir las mesas. Por tanto, hermanos, buscad de entre vosotros a siete hombres, de buena fama, llenos de Espíritu y de sabiduría, y los pondremos al frente de este cargo, mientras que nosotros nos dedicaremos a la oración y al ministerio de la Palabra”». Los Santos Padres atestiguan ya desde el principio una estructura jerárquica de la Iglesia en la que aparece eel diaconado.
Para san Ignacio de Antioquía, por ejemplo, era impensable una Iglesia sin obispo, presbítero y diácono. Señala cómo el ministerio del diácono es el ministerio de Jesucristo: «No son diáconos para comidas o bebidas, sino ministros de la Iglesia de Dios». Los diáconos, como ministros ordenados, estuvieron presentes en la Iglesia occidental hasta el siglo V; después, por razones diversas, terminó por desaparecer en su «grado permanente», quedando solamente el diaconado como una etapa intermedia de cara a la ordenación sacerdotal. En la Iglesia de Oriente, no desapareció y se mantuvo durante siglos. Tras su desaparición, ya el Concilio de Trento dispuso que el diaconado permanente fuese restablecido, como en la Antigüedad, pero fue un intento baldío, y no encontró una actuación concreta. Mateos explica que «ha sido el Concilio Vaticano II el que ha determinado que “se pueda restablecer el diaconado como grado propio y permanente de la Jerarquía… y podrá ser conferido a los varones de edad madura, aunque estén casados, y también a jóvenes idóneos, para quienes debe mantenerse firme la ley del celibato”» (LG 29). Existen tres razones que han determinado esta postura, pues se ha querido, primero, enriquecer a la Iglesia con las funciones del ministerio diaconal; segundo, reforzar con la gracia de la ordenación diaconal a los que ya ejercían funciones diaconales; y además, aportar ministros sagrados a regiones que sufrían la escasez de clero. «Como se ve, estas razones ponen de manifiesto que la restauración del diaconado permanente no pretende en ningún momento comprometer el significado y la función del sacerdocio ministerial».

¿Cómo se inicia el camino hacia el diaconado permanente? 

Este carisma del laico se gesta en la parroquia, muchas veces es el mismo párroco el que detecta esa potencialidad para el ministerio diaconal y lo presenta. La formación se realiza en tres etapas. Una introductoria, que consiste en un tiempo de discernimiento en el que se reflexiona sobre el significado de su vocación diaconal. Otra de formación, que son tres años de preparación teológica, pastoral, espiritual y comunitaria. Y por último la de pastoral, que se convierte en un tiempo de inserción pastoral recibiendo los ministerios laicales de lector y acólito. ¿Y quién está llamado a este carisma? Mateos nos aclara que el diaconado permanente constituye, una vocación estable y un importante enriquecimiento para la misión de la Iglesia. «Ahora bien, la desaparición casi total del diaconado permanente en la Iglesia de Occidente durante más de un milenio, ha hecho más difícil la comprensión eclesial y teológica de la realidad de este ministerio y esta vocación. No por ello se puede afirmar que la teología del diaconado no tenga referencias bíblicas y patrísticas autorizadas. Las referencias existen, y son muy claras, aunque necesiten ser posteriormente desarrolladas y profundizadas». La Iglesia aconseja que «los diáconos, con el obispo mismo o su delegado, se reúnan periódicamente para verificar el ejercicio del propio ministerio, intercambiar experiencias, proseguir la formación, estimularse recíprocamente en la fidelidad», por eso anualmente se tienen los Encuentros nacionales de Diáconos Permanentes y sus esposas. Y participan también los aspirantes a recibir esa gracia, pues «estos encuentros entre diáconos permanentes pueden constituir un punto de referencia también para los candidatos a la ordenación diaconal». El ministerio del diácono se puede resumir en un triple ministerio o diaconía: de la liturgia, de la palabra y de la caridad. El diácono «es maestro, en cuanto proclama e ilustra la Palabra de Dios; es santificador, en cuanto administra el sacramento del Bautismo, de la Eucaristía y los sacramentales, participa en la celebración de la Santa Misa en calidad de «ministro de la sangre», conserva y distribuye la Eucaristía; «es guía, en cuanto animador de la comunidad o de diversos sectores de la vida eclesial». De este modo, el diácono asiste y sirve a los obispos y a los presbíteros, quienes presiden los actos litúrgicos, predican el Evangelio y guían al Pueblo de Dios. Los diáconos permanentes, en su mayoría casados, pueden ofrecer un testimonio elocuente de la santidad del matrimonio y la familia. Cuanto más crezcan en el mutuo amor, tanto más fuerte llegará a ser su donación a los hijos y más significativo será su testimonio ante la comunidad cristiana. La esposa del diácono, que ha tenido que dar su consentimiento por escrito antes de la ordenación del marido, también vivirá su papel con alegría, apreciando la misión que la Iglesia confía a su marido. Es una «vocación emergente que va cobrando fuerza en nuestras iglesias diocesanas». Testimonio cristiano Hay que aclarar que los candidatos pueden ser hombres casados, mayores de 35 años, con 5 años al menos de matrimonio estable, que han dado testimonio cristiano en la educación de los hijos y la vida familiar. Miembros pertenecientes a institutos religiosos, o miembros de institutos seculares, mayores de 25 años viviendo en celibato. Deben poseer madurez humana y cristiana, amor a la Iglesia y espíritu de oración, además de capacidad para el diálogo, sentido moral y de responsabilidad.

El diácono tiene que estar dispuesto a continuar viviendo de su propio trabajo en la vida civil o religiosa e insertos en la vida común de la gente,siendo testigos cualificados de la vida cristiana. Su matrimonio tiene que ser anterior al acceso al diaconado permanente, y si enviudase, no puede volver a casarse. También un soltero puede ser diácono permanente, pero deberá ser célibe.

El Magisterio del Pontífice El Papa Francisco escribió palabras concretas sobre el diaconado permanente en el libro de Enzo Petrolino, presidente del Diaconado Permanente de Italia. El texto recopila intervenciones de Jorge Bergoglio, cuando aún era arzobispo de Buenos Aires,sobre el diaconado durante el curso de su ministerio episcopal en Argentina. El Papa señala que en el Concilio Vaticano II «el diaconado permanente ha reencontrado las raíces de su presencia en la comunidad de los creyentes y en el más amplio tejido social, adquiriendo de una parte conciencia del propio rol de servicio a Cristo y a los hombres, y recibiendo, de otra parte, un nuevo impulso de las orientaciones que el Magisterio ha dado a lo largo de estos años a la común reflexión eclesial». La Iglesia encuentra en el diaconado permanente, puntualiza el Pontífice, «la expresión y al mismo tiempo el impulso vital para hacerse ella misma signo visible de la diaconía de Cristo Siervo en la historia de los hombres». Por ello, es importante señala el Papa, la sensibilidad en la formación de una «conciencia diaconal» que puede considerarse el motivo de fondo que debe penetrar en las comunidades cristianas.

Otro aspecto importante, puntualiza el Santo Padre, es aquel de la oración por las vocaciones. También hoy —agrega— la comunidad cristiana debe estar siempre presente en el germinar de las vocaciones, en su formación y en su perseverancia. El servicio que da la Iglesia «tiene su corazón pulsante en el Ministerio Eucarístico y se realiza ante todo en el servicio de los pobres que son el rostro de Cristo sufriente», recuerda el Pontífice. A lo largo de las etapas del camino diaconal, evidencia el Papa Francisco, a lo largo de estos años, el magisterio pontificio ha dejado una huella al mismo tiempo clara y motivadora en el signo de la obediencia fiel y de la alegría que debe acompañar la misión del diácono en la Iglesia y en el mundo de hoy, amplificando las orientaciones indicadas por el Concilio y alargando los horizontes de acción. El Papa Juan Pablo II definió a los diáconos como pioneros de una nueva civilización del amor, y con ese ánimo, todos debemos acoger el ministerio diaconal como parte integrante del trabajo de nuestra Iglesia, que camine en salida hacia un nuevo apostolado que cale en el mundo de hoy.

¿Podrá haber en un futuro mujeres diaconisas?
El Papa Francisco creó en agosto de 2016 una comisión compuesta por doce teólogos y teólogas que estudian el «diaconado de las mujeres sobre todo respecto a los primeros tiempos de la Iglesia». La preside el jesuita mallorquín Luis Ladaria, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, y aunque en su constitución no incluye la palabra «diaconisas», el Papa instituyó esta comisión después de «intensa oración y madura reflexión» para que aclare el papel de las mujeres en este servicio. Entre los miembros hay dos españoles: Nuria CalduchBenages, biblista y miembro de la Pontificia Comisión Bíblica, y el jesuita Santiago Madrigal Terrazas, profesor de Eclesiología en la Universidad Pontificia Comillas. La Comisión Teológica Internacional publicó en 2003, en tiempos del cardenal Joseph Ratzinger, un documento sobre el diaconado que dedicaba varios capítulos a las diaconisas. Aquel texto confirmaba que «en la época apostólica parecen tener un carácter institucional diversas formas de asistencia diaconal ejercidas por mujeres», pero que «este ministerio no fue considerado como el simple equivalente femenino del diaconado masculino». Entre las obligaciones que correspondían a las «diaconisas» estaba la unción corporal de otras mujeres en el bautismo, instruir a otras mujeres, o cuidar y visitar a las enfermas que vivían solas. No obstante, hay que recordar que en referencia a la ordenación de las mujeres, el Papa Francisco ha dicho «No», remitiéndose siempre a la carta apostólica del Papa Juan Pablo II Ordinatio Sacerdotalis sobre la ordenación sacerdotal reservada solo a hombres, del año 1994. Durante la rueda de prensa a bordo del avión de regreso de Brasil, en julio de 2013, añadió: «Sobre esto quiero decirle algo. La Virgen María era más importante que los Apóstoles, los obispos, los diáconos y los sacerdotes. La mujer, en la Iglesia, es más importante que los obispos y los sacerdotes; el cómo es lo que debemos intentar explicitar mejor, porque creo que falta una explicitación teológica de esto».

Fuente: Blog: Diacono, Diaconado, Diakonia / Sara de la Torre en Revista ECCLESISA / Publicado por: O.Revette 15-01-2018

«Los diáconos no son ni un laico comprometido ni un cura frustrado» Monseñor Francisco Cerro, obispo de Coria-Cáceres.

El Comité Nacional para el Diaconado Permanente, dentro de la Comisión Episcopal del Clero, convocó por primera vez a los delegados de diáconos permanentes en las diócesis el pasado mes de noviembre en Madrid. Una jornadas en las que se profundizó en la identidad, comunión y misión del diaconado permanente. Francisco Cerro Chaves, obispo de Coria-Cáceres, es el presidente del Comité Nacional para el Diaconado Permanente.
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¿Por qué se organiza este encuentro por primera vez?
— Veíamos necesario que todos los delegados de las diócesis de España donde ya está instaurado el diaconado permanente, tuvieran un encuentro para profundizar en las bases teológicas, normas pastorales y conjunto práctico de todo lo que lleva consigo el diaconado. Unificarlo todo en cierta manera para que todos estemos de acuerdo a la hora de poner todo en práctica.
— Tiene entonces un doble objetivo.
— Efectivamente. Este encuentro se organiza con un doble objetivo, teológico y pastoral. Desde la dimensión teológica se pretende crear vínculos entre los delegados; conocer la vocación específica del diácono; unificar criterios formativos según las normas básicas aprobadas por la CEE; y presentar el plan de estudios trianual básico. Desde una dimensión pastoral, permitirá conocer el trabajo de las diócesis que tienen mayor experiencia y discernir mejor, los criterios para la admisión de los candidatos, su formación y el acompañamiento.cerro.jpg
— ¿Cuál es la vocación de un diácono permanente?
— Un diácono no es un laico muy comprometido ni tampoco es un cura frustrado. Tiene su propia identidad dentro de la Iglesia. El Vaticano II explica cómo forma parte de la jerarquía y muchos de ellos comparten doble sacramento porque muchos de ellos son casados. Compaginan dos cosas muy hermosas y además deben tener el permiso por escrito de su mujer. Tiene que haber unidad entre el sacramento de la diaconía y su vida familiar; muchos de ellos tienen su trabajo civil y lo concilian con su vocación de servicio.
— ¿Y su misión?
— La misión específica del diácono es hacer todo el servicio de la liturgia, palabra y caridad, que ayuda al obispo y al presbiterio en el día a día de la diócesis. Es un servicio dentro de la Iglesia muy importante, además de los encargos que les encomienden los sacerdotes. El número de diáconos en España no es pequeño y además sigue aumentando… hay 450 y están instaurados en la mayoría de las diócesis.cerro2
— ¿Cómo ve el futuro del diaconado permanente en España?
— El futuro del diaconado es muy esperanzador. Yo creo que es una vocación muy importante, es un servicio del que estamos muy necesitados. Esa labor de trabajo en todos los campos de las parroquias y las diócesis, unidos a toda la Iglesia, obispos, presbiterio y laicos, es muy relevante. Pastoral familiar, con los jóvenes, con los enfermos… Todos los obispos españoles están muy ilusionados y ven la necesidad del diaconado en sus diócesis. Valoran el gran servicio en las parroquias, delegaciones… un servicio que unido al de toda la Iglesia realizan juntos esa misión. Y de la misma forma los servicios diocesanos. Es una gran experiencia, en mi diócesis hay diez diáconos permanentes —cuando llegué había solamente uno y he ordenado a nueve más— y se implican de tal manera con los fieles que la gente lo agradece y hay una gran comunión entre ellos. La vocación del diácono tiene esencia propia en la Iglesia. No surgen porque hagan falta sacerdotes, no. Tampoco surgen laicos comprometidos para sustituir a los religiosos en la Iglesia. Es una vocación de servicio, es una llamada y el diácono da su respuesta «Aquí estoy”». Cada uno tenemos nuestra vocación específica en la Iglesia, unida a Cristo Siervo, a Cristo que entrega su vida por los demás, humilde y sencillo. La Iglesia le encomienda esta misión, esta labor preciosa y necesaria.
Fuente: Blog: Diacono, Diaconado, Diakonia / Sara de la Torre en Revista ECCLESISA / Publicado por: O.Revette 15-01-2018


lunes, 14 de enero de 2019

¿Qué es un diácono permanente y que servicio prestan a la Iglesia?


Hombres ordenados que ayudan y a sirven a los obispos y a los presbíteros, pueden estar casados, pueden bautizar, bendecir matrimonios,...

El ministerio eclesiástico, que es el ministerio de los hombres dedicados al servicio de Dios, comprende tres grados diversos del sacramento del orden sacerdotal: los obispos, los sacerdotes y los diáconos.
Dos de estos grados participan ministerialmente del sacerdocio de Cristo: el orden episcopal, correspondiente a los obispos y el orden del presbiterado, correspondiente a los presbíteros o sacerdotes.
El orden del diaconado, según lo afirma el Catecismo de la iglesia Católica en el número 1554, está destinado a ayudar y a servir a los obispos y a los presbíteros.
Por eso, el término “sacerdote” designa en el uso de nuestros días a los obispos y a los presbíteros, pero no a los diáconos.
Sin embargo, la doctrina católica establece que el grado de diaconado es un grado de servicio, que viene establecido desde el tiempo de los apóstoles, como lo atestiguan los Hechos de los apóstoles y la Carta de san Pablo a Timoteo.
“Por aquellos días, al multiplicarse los discípulos, hubo quejas de los helenistas contra los hebreos, porque sus viudas eran desatendidas en la asistencia cotidiana. Los Doce convocaron la asamblea de los discípulos y dijeron: “No parece bien que nosotros abandonemos la Palabra de Dios por servir las mesas. Por tanto, hermanos, buscad de entre vosotros a siete hombres, de buena fama, llenos de Espíritu y de sabiduría, y los pondremos al frente de este cargo, mientras que nosotros nos dedicaremos a la oración y al ministerio de la Palabra”.Pareció bien la propuesta a toda la asamblea y escogieron a Esteban, hombre lleno de fe y de Espíritu Santo, A Nicanor, a Timón, a Pármenas y a Nicolás, prosélito de Antioquia; los presentaron a los apóstoles y, habiendo hecho oración, les impusieron las manos.” (Hch. 6, 1-6).
“También los diáconos deben ser dignos, sin doblez, no dados a beber mucho vino ni a negocios sucios, que guarden el Misterio de la fe con una conciencia pura. Primero se les someterá a prueba y después, si fuesen irreprensibles, serán diáconos.” (1 Tim. 3, 8-11).
Diakonía es la palabra griega que fijará la función de los diáconos Esta palabra significa servicio, y es de tanta importancia para la Iglesia que se confiere por un acto sacramental llamado “ordenación”, es decir, por el sacramento del orden.
San Ignacio de Antioquia fijó la importancia de los diáconos, con estas bellas palabras: “Que todos reverencien a los diáconos como a Jesucristo, como también al obispo que es imagen del Padre, y a los presbíteros como al senado de Dios y como a la asamblea de los apóstoles: sin ellos no se puede hablar de Iglesia (San Ignacio de Antioquia, Trall. 3, 1).

¿Qué servicio prestan a la Iglesia?

Hemos hablado mucho hasta ahora de servicio, ¿pero cuál es el servicio que prestan los diáconos a la Iglesia?
“Corresponde a los diáconos, entre otras cosas, asistir al obispo y a los presbíteros en la celebración de los divinos misterios sobre todo de la Eucaristía y en la distribución de la misma, asistir a la celebración del matrimonio y bendecirlo, proclamar el Evangelio y predicar, presidir las exequias y entregarse a los diversos servicios de la caridad (Catecismo de la Iglesia Católica, 1570).
Entendido de esta manera, el diaconado no es solamente un paso intermedio hacia el sacerdocio, sino que ofrece a la Iglesia la posibilidad de contar con una persona de gran ayuda para las labores pastorales y ministeriales.
Un diácono puede bautizar, bendecir matrimonios, asistir a los enfermos con el viático, celebrar la liturgia de la Palabra, predicar, evangelizar y catequizar.
No puede, a diferencia del sacerdote, celebrar el sacramento de la Eucaristía (misa), confesar o administrar el sacramento de la unción de los enfermos.
Con todo lo que puede hacer, su ayuda es invaluable, especialmente en nuestros tiempos en que hacen falta tantas personas que ayuden al sacerdote en todas las labores encomendadas.
Como en el caso de los sacerdotes, sólo el varón bautizado recibe válidamente la sagrada ordenación para acceder al diaconado. Y esto es así, porque Jesús eligió a hombre (viri en latín) para formar el colegio de los doce apóstoles.
¿En qué se diferencia el diácono del sacerdote?

Sin embargo hay una diferencia muy importante entre los diáconos y los sacerdotes. Mientras que los sacerdotes ordenados de la Iglesia latina, son ordinariamente elegidos entre hombres creyentes que viven como célibes, es decir que no se han casado, y que tienen la voluntad de guardar el celibato por el Reino de los Cielos, el diaconado puede ser conferido a hombres casados.

Este “diaconado permanente” constituye un enriquecimiento importante para la misión de la Iglesia.
Desde el Concilio Vaticano II, la Iglesia latina ha restablecido el diaconado como un grado particular dentro de la jerarquía, mientras que las Iglesias de Oriente lo habían mantenido siempre.
De esta forma, los hombres casados que se dedican a ayudar a la Iglesia a través de la vida litúrgica, pastoral o en las obras sociales y caritativas pueden fortalecerse recibiendo el orden del diaconado y se unen más estrechamente al altar para cumplir con mayor eficacia su ministerio por medio de la gracia sacramental del diaconado.
De esta forma, la Iglesia católica, a semejanza de la parábola del hombre que de su tesoro saca lo nuevo y lo viejo, siempre está ofreciendo formas nuevas y atractivas en su labor de ayuda a todos los hombres.
Fuente: aleteia 11.10.2013 / Publicado por: O.Revette 14.01.2019